llá por el año novecientos ocho,
En el viejo barrio del Abasto un día
Llegó un cantorcito llamado El Morocho
A llenar las calles con sus melodías.
La rueda de guapos lo
oyó en ocasiones
Cantar en los patios en noches serenas
Y al oír sus hondas y tristes canciones
Lloraban los tauras de largas melenas.
Zorzal, que entre el chaire de la vieja tropa
De nuestras barriadas, se llegó hasta el centro.
Después, ya sus alas tendió para Europa
Y el dorado triunfo le salió al encuentro.
Y aquel cantorcito de mil nueve ocho,
En su afán de altura, se perdió en el cielo...
Hoy entre las nubes estará El Morocho,
Cantando sus tangos y haciendo un revuelo...
Enrique Cadícamo